martes, 5 de abril de 2011

Mucho más que un pasatiempo

“Yo siempre he sentido un poco de lástima hacia aquellas personas que no han conocido el ajedrez. Justamente lo mismo que siento por quien no ha sido embriagado por el amor. El ajedrez, como el amor, como la música, tiene la virtud de hacer feliz al hombre”. Dr. Siegbert Tarrasch (uno de los mejores maestros de ajedrez del primer cuarto del siglo XX).

Además de juego y deporte, el ajedrez posee el doble carácter de ciencia y arte, hecho que lo singulariza y que lo eleva muy por encima de la categoría de mero pasatiempo.
En el campo de la ciencia, existe una amplia concepción entre este juego y las matemáticas. Ello se pone de manifiesto sobre todo en los finales y en cierto tipo de problemas como aquel que consiste en hacer pasar un caballo por las 64 casillas, sin repetir ninguna. Se lo conoce como “Problema de Euler”, en homenaje al matemático suizo que lo estudió en el siglo XVIII.
En el ámbito artístico se puede reconocer una cierta semejanza, metafórica por cierto, entre el ajedrez y la música y la poesía. El efecto estético que poseen las combinaciones brillantes, por caso, es comparado con el goce que emana de un acorde perfecto o de una rima lograda. Se trata de la satisfacción del ideal de armonía, que todo espíritu cultivado encuentra, allí donde elementos diversos se conjugan en una unidad superior.
Desde los remotos orígenes del juego, las piezas de ajedrez han sido objeto de artesanía y aun de arte. Existen de marfil, de metales preciosos, de maderas finas y de otros materiales nobles, labradas a manos por artistas famosos o anónimos, de India, de Persia, de la Europa Medieval y de nuestra época. Entre los nobles europeos, era común que valiosos juegos de ajedrez fueran legados en los testamentos, como prueba de afecto o de gratitud.
Por otra parte, el juego mismo, a quienes lo practican, han dado tema a infinidad de obras de arte. Abundan las referencias al ajedrez en los textos sagrados de la India; en Persia, hace ya mil años, el poeta Abul-Qasim Mansur Firdusi compuso su célebre “Shahnama”, el “Libro de Rey”, que contiene dos leyendas sobre la invención del ajedrez; y así, hasta llegar a novelas modernas, como “El jugador de ajedrez”, del austríaco Stefan Zeig.
Ballet "Jaque Mate" 
La naturaleza del juego, así como también su simbolismo, fueron frecuentemente utilizados por los moralistas de todos los tiempos. En la Edad Media se destaca el “Ludus scacchorum”, del sacerdote lombardo Jacopo de Cessolis, que se refiere a las costumbres de los hombres y a los oficios de los nobles, según reza el subtítulo de la obra. Se hallan reflexiones basadas en el ajedrez, en los escritos de Jean Jacques Rousseau, de Benjamín Franklin y de muchos otros ilustres pensadores.
Otra derivación del ajedrez en el arte, muy poco conocida, se dio en 1937, cuando fue estrenado en París un ballet titulado “Jaque Mate”.  La música es de Arthur Bliss y la coreografía, de Ninette de Valois. Los diversos cuadros representan una partida entre el Amor y la Muerte, y otra entre la Dama Negra y el Rey Rojo, ambas con un desenlace trágico, como lo sugiere ya el título del “ballet”.
El cine, el teatro, la literatura y, sobre todo, la pintura, han recurrido muchas veces al ajedrez, ya sea como tema central o episódico, literal o alegórico. De ello seguiremos hablando en nuestras próximas entradas. 

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