sábado, 14 de mayo de 2011

Para acabar con el ajedrez. Correspondencia.(*)


Sexto capítulo de  esta desopilante historia relatada por el talentoso Woody Allen. Posiblemente algunos ya la conozcan, pero yo ya la releí como 10 veces y no paro de asombrarme. Sin más, no se la pierdan. 

 Gossage:
¡Que extraña su última carta! Bien intencionada, concisa y, sin embargo, con todos aquellos elementos que podrían pasar, en ciertos cenáculos intelectuales, por lo que Jean Paul Sartre describió tan brillantemente como la "nada". Uno, de inmediato, queda conmovido por una profunda sensación de desespero, algo que recuerda esos diarios que a veces dejaron los exploradores moribundos y perdidos en el Polo, o las cartas de aquellos soldados alemanes en Stalingrado. ¡Es fascinante comprobar hasta que punto puede desintegrarse la razón cuando se enfrenta a una siniestra verdad ocasional y huye en desordenada retirada para mejor materializar un espejismo y construir defensas precarias contra el asalto de una realidad demasiado terrible.!
Tal como están las cosas, amigo mío, acabo de pasar la mayor parte de esta semana intentando aclarar el ovilo de pretextos lunáticos que conforman su correspondencia en un esfuerzo por ajustar el asunto y lograr que nuestra partida finalice simplemente de una vez por todas. Su reina no existe. Dígale adíos. Lo mismo sucede con sus torres. Olvídese completamente de uno de los alfiles porque yo me lo comí. El otro está situado en una posición tan desoladora, lejano y ajeno a la acción principal, que no cuente con él, o se llevará un disgusto que le partirá el corazón.
En cuanto al caballo, que usted perdió sin vuelta de hoja pero que se niega a ceder, lo he colocado otra vez en la única posición concebible, permitiéndole de ese modo la más increíble de las heterodoxias desde que, hace ya tanto tiempo, los persas sacaran de la manga esta pequeña diversión. Está en el séptimo escaque de mi alfil y, si usted, durante el lapso suficiente, puede mantener en orden sus facultades alteradas, se percatará de que esta pieza codiciada ahora bloquea el único camino que tiene su rey  para escapar a mi irresistible movimiento en forma de tenaza. ¡Que ironía! Su complot egoísta se ha resuelto en ventaja para mi! ¡El caballo, fascinado, regresa al campo de batalla y torpedea su final de partida.
Mi movimiento es alfil cinco caballo, y predigo jaque mate en un solo movimiento.
Cordialmente,
Vardebedian.



(*) Del libro de Woody Allen "Como acabar de una vez por todas con la cultura".

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