jueves, 14 de julio de 2011

“Al pan, pan y al ajedrez, ¿tie-break?”

Por Juan Antonio Castro Torres (*)


Un cuento inspirado en el juego de ajedrez y sus jugadores, que forma parte del libro "Para recuperar el alma". Estoy convencido que la pluma estilizada de Castro Torres deleitará a todos los lectores on line. Un torneo del juego ciencia en una ciudad del interior de Córdoba, Argentina, es el marco adecuado para esta historia. Como es un poquito extensa, y en el afán de de no cansar gratuitamente a los lectores, la dividiré en tres partes. Se va la primera....


Como eran jóvenes, fogosos y generosos amantes, el triángulo amoroso duró mucho más de lo esperado. Sin embargo hubo un día en que los tres se dieron cuenta que la cuestión debía ser zanjada para que las aguas desbordadas retornaran a madre, por aquel sonsonete cavernícola, confesional, conservador o puerilmente social del “que dirán”. Para nada fue fácil. Imposible de resolver por los cauces naturales de la razón. Por los pliegues y repliegues del pensamiento humano y sopesando el corazón animal que los tres portaban, la solución obviamente no estaba muy a la mano. 
Todo se había iniciado en el transcurso de un espectacular torneo de ajedrez que se disputó en el marco de la tradicional Fiesta Nacional del Trigo, en la bucólica ciudad de Leones, con suculentos premios en efectivo y una recompensa viva, original, inigualable. El campeón se llevaría –además de la plata y la gloria– el mejor de los recuerdos, un beso sensual, apasionado y con estrecho abrazo incluido, de la mismísima Reina Nacional del Trigo, ungida en la noche del cierre de la competencia ajedrecística.  Raúl y Guillermo habían llegado hasta allí, por cierto, en busca de la consagración escaqueada. Realizaron un juego de gran nivel y a nadie sorprendió que compartieran el primer puesto, luego de nueve rondas por sistema suizo, postergando a más de un centenar de calificados maestros llegados de los cuatro puntos cardinales. Tanta fue la distancia que pusieron sobre los otros que, en la ronda final, se enfrentaron entre ellos. Por cierto, acordaron tablas de grandes maestros, resultado que les sobraba para llevarse las palmas. Así se quedaron con los dos primeros puestos y la respectiva recompensa en efectivo que compartieron, además del cálido reconocimiento del resto de los competidores que los aplaudieron sin egoísmo alguno a la hora de recibir las distinciones. En la próxima entrega la segunda y penúltima parte de esta apasionante historia.

(*) Periodista, escritor y MI (ICCF)




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