miércoles, 3 de agosto de 2011

La batalla del ajedrez a distancia

de Las bodegas de la Diosa Caissa (Segunda nota) 
Por Juan Antonio Castro Torres (*) 
Paul Keres
La disputa de ajedrez a la distancia, por correspondencia, también produce, literalmente hablando, partidas de notable factura técnica, donde la fantasía suele volar muy alto. La estrategia luce distinta, profunda y creativa, a la par de la electrizante táctica que la ejecuta hasta el jaque mate o hasta que el adversario inclina su impío rey. A nadie importa si algunos toman vodka o tequila y otros grapa o caipiriña, hasta altas horas de la madrugada, para poder encontrar la verdad y la belleza de la obra de arte en construcción que puede llevar años para concluirla. El ajedrez se practica desde hace siglos. Notables maestros como Paul Keres, Jhonatan Penrouse, Gennady Nessis, Ulf Anderson, incluidos los campeones del mundo Alejandro Alekhine y Anatoli Karpov la alternaron durante muchos años de sus exitosas vidas deportivas. Incluso, el mismo Alekhine afirmó que, en buena medida, debe al ajedrez postal su formación teórica. Esta modalidad permite, además del estudio objetivo y en soledad, profundizar las posiciones sin la perturbación concreta que significa la presencia del rival a un palmo de sus narices, en un local a veces inadecuado y con la tortura del reloj taladrando el cerebro. También en el ajedrez postal desaparecen los factores psicológicos presentes en el juego en vivo porque, frecuentemente, no se conoce ni la cara del ocasional contrincante. Y es legal consultar cuanto libro de teoría o práctica a cada cual le plazca. De todos modos, lo que lo iguala al ajedrez en vivo, es que siempre, agazapado, está el error humano que le da vigorosa vida a nuestro querido juego. En Córdoba tuvimos la suerte de contar por muchos años con el GMI Erich Eliskases, un Caballero del Ajedrez, excepcional jugador nacido en Austria que alternó las dos modalidades, realizando brillantes partidas a través del ajedrez por correspondencia. Para los que no lo recuerdan, en materia teórica, la defensa Francesa se profundizó y se puso de moda en 1834 en el match por correspondencia entre los mejores jugadores residentes en Londres, Inglaterra y París, Francia. Lo mismo sucedió con el contragambito Albin, según Ludeck Pachman, que se originó en una partida por correo que jugaron entre 1940 y 1943, Toth y Balogh, en el marco de un campeonato internacional. Y hay muchos otros ejemplos valederos del aporte a la teoría a través del ajedrez a distancia. El Dr. Rey Ardid, famoso campeón español de ajedrez del siglo pasado afirmó al respecto: “Más de una vez he insistido en mis escritos sobre la utilidad de este tipo de juego no solamente para los aficionados, sino también para los maestros que perfeccionan su estilo al estudiar con el máximo detalle las aperturas, profundizar los planes del medio juego y analizar los finales cuanto sea preciso para superar íntegramente sus dificultades y sutilezas. La teoría del ajedrez debe al juego por correspondencia la solución de numerosos problemas pendientes y no son pocas las partidas y de posiciones jugadas por correo que pueden verse en los modernos tratados, en los que se refutan variantes tenidas antes por correctas o se confirman de un modo definitivo su excelencia o su debilidad”. (en la próxima nota: En los albores del ajedrez postal) (*)Periodista, escritor y MI (ICCF)

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